domingo, 16 de mayo de 2010

En uno.

Siento la turbulenta necesidad de escribir, con fuerza, con tantas cosas, hasta con los dedos; de nostalgia, de amor, de historias inagotables, de la muerte rondante y de los días tenues que se halagan de no sé.
El suave revoloteo crujiente de las hojas en el suelo, la brisa del sol sobre las paredes, sobre los techos, sobre la gente; se siente, se siente lo dulce que podría ser, extendernos, doblarnos,
olvidar el aciago y la retinencia.
He de querer tañer tus labios, y los mios responderán , la música gobernará el silencio y el drama de nuestros cuerpos quedará enmarcado en mis recuerdos; esos que no quiero desteñir y que como empeñoso ejercicio recojo una y otra vez.
¿Qué será de las intimidades, felonías, magañas y demás?. Tu no. Tu no eres parte, no participas, no lo he permitido; y cuando te acerques a tomar mi mano con cierto desdén, solo diré: -¡porfavor no me dejes nunca!-, y seré como todo lo que no se extraña, tan común y absurdamente predecible. No quiero llorar.
Y continua, tan casual es la escena que vislumbra el final del pasillo. Si el café hablara, si yo hablara no escribiera, estaría solo buscando que explicar cuando te viera; las escusas, los remordimientos, la inestabilidad de mis pupilas y los gestos desnudos que desgraciadamente lo muestran todo, hasta las impertinencias. Es fácil para todos, para algunos, vivir así; creyendo que todo avanza, la razón y el cuerpo son solo habilidades del alma, ó quién fuera un alma...
Necesito tus intenciones para ocluirme, ó en fin, pertenecer a tales pretenciones, ¡ya qué me quedaría! si soy parte de ello. Vivir extrañando, añorando tantas soledades; tanto cielo, tanta noche, tanto afán por mantenerte allí y duele.
Cuando las imágenes de mi habitación dejen de mirarme iré por ti, te traeré a este lugar y nos sentaremos a leer historias; tuyas y mias, de las que hemos vivido y transitado, las que hemos construido, las que no hemos permitido. Todo en el frío y en el mar.
Que no sé que soy, en dónde esta todo lo que me inspira, las disposiciones que me agregan a este mundo, como un pequeño engrane de reloj exacto y tedioso. Un momento he guardado y hay que gritar alto, hasta las montañas y sus reflejos; dónde esta todo aquello que me espera, lo que me tocara el hombro y la vida.
No quiero dejar de existir-te, de pensar-te, olvidar-te. Quiero de ti todo lo que sea pertinente, todo lo que me puedas dar, lo que quieras que sienta, lo que quieras. Solo una vez me he visto a mi misma, sentada despistadamente , con la mirada perdidamente enfocada en ti.


En ti quiero verme siempre.

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