El no vendrá,
el no vino.
Se lo tragó la tierra,
se lo tragó el ego,
se lo tragó su cama.
Y yo sumisamente trenzando mi cabello; pienso en él,
en la tarta de besos de nuez con coco,
en el tiempo imparable,
en el silencio que yace a distancia.
El no vendrá,
el no vino.
Se lo tragó su sombra,
se lo tragó el miedo,
se lo tragó su alma.
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