Ella esta ahí, sentada, sin miedo pero sumisa,
irónicamente sumisa ante sus realidades.
No sabe si su cabello es suficientemente largo o corto,
si los libros son para leerse o mirarse,
si la cama es para dormir o para llorar,
si el rock es para los buenos o los malos,
si el arte es para los drogadictos o depresivos,
si Bob Dylan es tan exitante como un solo de Satriani,
si el cine es para soñadores o víctimas de la publicidad,
si las actividades cotidianas tendrán fin un día,
si tantas cosas en su mente,
que si esto y lo otro...
Cuando muera quiere estar acompañada, hasta en la misma obscuridad;
acompañada por sus ilusiones, por él.
De verdad y pasa siempre, ¿nunca, nunca?.
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